Marchemos en defensa de nuestro clima, nuestro ambiente y nuestra salud

March 13, 2017 | 2:41 pm
3Ro-Rokenublo/ CC by (Flickr)
Juan Declet-Barreto
Senior Social Scientist for Climate Vulnerability

Ante los embates en contra de las protecciones a la salud, educación, empleo, derechos constitucionales y ambiente, la población de EEUU ha respondido con un reclamo multitudinario y amplio en claro rechazo a las posturas anti-científicas y de odio del Presidente Trump y su gabinete. Apenas un día después de tomar Donald Trump las riendas del gobierno estadounidense, millones de personas, en su mayoría mujeres, abarrotaron las calles de muchas ciudades, y nada más en Washington DC marcharon casi medio millón a la Casa Blanca para repudiar el dañino programa de gobierno del Presidente Trump.

La necesidad de reducir de manera inmediata y con herramientas científicas los causantes del cambio climático es uno de los reclamos que más resuenan entre amplios sectores de la población. El cambio climático afecta los empleos, la salud humana, el bolsillo y el bienestar de generaciones presentes y futuras en nuestro planeta.

Los inmigrantes conocemos de antemano los estragos causados por la disrupción climática porque hemos vivido fuertes huracanes, inundaciones, sequías y otros eventos empeorados por el cambio climático en nuestros países de origen, y son nuestras comunidades en los EEUU las que enfrentan muchas de las más dañinas consecuencias del cambio climático. De hecho, en un informe reciente documenté, junto a mis colegas, los peligros económicos y a la salud que supone el cambio climático para los Latinos en los EEUU. Por eso y más en 2014 marcharon cientos de miles en la ciudad de Nueva York para exigir a nuestros líderes acción climática.

Pero como el reclamo ha caído en los oídos sordos de muchos de nuestros líderes, el 29 de abril de 2017 marcharemos todos juntos otra vez en Washington DC para recordarle al Presidente Trump y al congreso su obligación de tomar medidas decisivas no sólo para reducir la contaminación de carbono que calienta el planeta, sino también para exigir que se respeten los estatutos legales que protegen nuestra salud, ambiente, educación, empleo y demás.

Esta marcha es una movilización de diversos sectores sociales tales como las y los científicos, trabajadoras y trabajadores de la salud, miembros de gremios laborales, organizaciones ambientalistas, científicas, de base y justicia ambiental, por demás.

Marchemos, ya que la integridad de la ciencia federal que nos protege está en juego

Uno de los temas esenciales de la marcha es la defensa a la integridad de la ciencia que produce el gobierno federal, cuyos resultados forman el criterio esencial para la toma de decisiones en materia de políticas públicas que nos protegen.

Por ejemplo, como dice mi colega la Dra. Gretchen Goldman, si  usted hoy pudo respirar aire limpio es porque existen regulaciones como la Ley de Aire Limpio (Clean Air Act) que limita la cantidad de contaminantes atmosféricos que se pueden emitir al aire. Y si usted comió algo y no se envenenó, es muy probablemente porque un científico de la Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, FDA por sus siglas en inglés) labora en un programa de inspección sanitaria de alimentos como pollo, ganado, y huevos.  Si no tuvo percances hoy al respirar, comer o tomar agua, agradézcaselo a un científico del gobierno federal que labora día tras día para proteger nuestros medios de sustento.

Desafortunadamente, las industrias contaminantes tienen un fuerte aliado en el Presidente Trump, y los directores de agencias federales que nombró—enemigos de la salud pública y el ambiente—se disponen a desmantelar el sistema de protecciones públicas que se basan en el conocimiento científico.

Por esto es importante marchar y demostrar que no estamos dispuestos a permitir que jueguen con nuestro bienestar.

¿Cómo puede esta marcha marcar diferencia alguna?

Marchar en solidaridad con todos los que nos vemos afectados de una manera u otra es parte de una movilización multitudinaria que incluye acciones legales, directas, en medios sociales, etc. Sin duda, el demostrar nuestra fortaleza colectiva envía señales claras a nuestros líderes: los 400,000 que marchamos en Nueva York en 2014 lo hicimos en anticipación del Acuerdo de París, donde todas las naciones soberanas del mundo pactaron reducir sus emisiones para reducir el cambio climático.

La marcha tiene los siguientes objetivos:

  • Exigir que se combata el cambio climático a través de la reducción de la contaminación de carbono
  • Desarrollar la transición hacia fuentes energéticas sostenibles, de forma equitativa y que limiten el incremento global de temperaturas a 1.5 grados centígrados
  • Promover una transición energética equitativa tanto para comunidades como para trabajadores
  • Exigir un salario mínimo de por lo menos 15 dólares por hora
  • Exigir inversiones que generen empleos para comunidades de bajo ingreso y/o minoritarias
  • La implementación de mecanismos basados tanto en mercados como en políticas que protejan los derechos humanos tanto como los ecosistemas con miras a la reducción de las fuentes de contaminantes

En lo particular, Union of Concerned Scientists exige que la investigación científica sobre el cambio climático forme parte del presupuesto federal del año fiscal 2018, que se dediquen recursos al desarrollo de fuentes de energía renovable y que la ciencia que llevan a cabo las agencias federales esté libre de influencias políticas.

Todas y todos, sin importar las diferencias en nuestro lugar de origen, idioma, raza, color, orientación de género y demás, tenemos la obligación de exigirle a nuestros líderes que no olviden sus obligaciones en defensa de nuestro bienestar colectivo.  Únase a nosotros el 29 de abril de 2017 en la capital federal, Washington, DC, para enviar un mensaje claro y contundente al nuevo presidente. Nuestro clima, nuestro ambiente y nuestra salud dependen de ello.

About the author

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Dr. Declet-Barreto earned a Ph.D. in environmental social sciences, M.A. and B.S. degrees in geography, and an associate’s degree in geographic information systems, from Arizona State University. At UCS, his research maps, analyzes, and finds solutions to the unequal human health and livelihood impacts of environmental hazards, particularly those exacerbated by climate change.