Publicado en inglés el 20 de abril, 2020 a 17:08 horas EDT
Los peligros ambientales amenazan a las personas en todo el mundo. Entre estos están la contaminación del aire y del agua que proviene de riesgos industriales y tóxicos, los fenómenos meteorológicos extremos (exacerbados por el cambio climático), y las amenazas a la salud pública como el nuevo coronavirus que causa el COVID-19. Los impactos de estos peligros no se distribuyen con equidad en la población, y las pérdidas de vidas y de propiedad suelen ser mayores entre los integrantes de las comunidades vulnerables.
En esta publicación, presento mapas de los lugares donde el COVID-19 se cruza con las poblaciones vulnerables. Pero primero, miremos las razones por las cuales existen tanta desigualdad en el impacto la población.
¿Por qué los riesgos ambientales impactan a las personas de una manera tan desigual?
Las personas son sensibles a los impactos de los peligros ambientales por diferentes razones. Fisiológicamente, a las personas muy mayores, muy jóvenes, y a las que tienen discapacidades físicas o mentales o alguna condición preexistente, les va peor cuando se enfrentan a los peligros ambientales, dado que tienen reducida la capacidad de comunicar angustia o de alejarse del peligro, o por el estrés físico o el daño que, por ejemplo, la contaminación del aire ocasiona a sus pulmones.
La pobreza limita los recursos materiales a los que una persona puede acudir u obtener para superar los factores estresantes sociales y ambientales para, por ejemplo, ir a terreno más elevado en un vehículo propio para escaparse de una inundación, o prender el aire acondicionado en su casa durante episodios de calor extremo, o recibir pagos del seguro contra desastres para arreglar los daños ocasionados por un huracán.
En EEUU, el acceso a un seguro médico asequible con frecuencia depende de la calidad del empleo que tenga uno, y los resultados de salud para las personas sin seguro médico son peores que para aquellas que tengan acceso a atención médica. Igual que en muchos países del mundo, en EEUU la raza y la etnicidad cruzan con la pobreza: más de una cuarta parte de latinos y afroamericanos viven en condiciones de pobreza. Aunque, en general, los resultados de salud son peores para los latinos y los afroamericanos que viven en condiciones de pobreza, a menudo, los resultados de salud de latinos y afroamericanos que no viven en condiciones de pobreza, son peores que los de la gente blanca que vive en condiciones económicas equivalentes.
En sus vidas laborales, las personas pueden estar expuestas a peligros si sus trabajos las obligan a estar cerca de condiciones peligrosas, por ejemplo, los trabajadores agrícolas pueden estar expuestos al calor extremo y a pesticidas tóxicos. En California, los jornaleros agrícolas también enfrentaron amenazas económicas y a su salud por el humo, las llamas y la pérdida de ingresos ocasionada por los incendios forestales.
La pandemia del COVID-19 también ha expuesto a miles de trabajadores esenciales, quienes siguen trabajando para brindar productos y servicios básicos a la población, a pesar de la llamada a practicar el distanciamiento social que es clave para doblegar la curva. Los trabajadores de salud, de primeros auxilios, de recolección de basura y los domiciliarios de comida y productos para el consumidor están entre los más expuestos al contagio del nuevo coronavirus, y muchos de estos son empleos de salarios bajos.
Con respecto a la vivienda, muchas personas que viven cerca de peligros como la contaminación del aire y del agua, en zonas costeras y de tierras del interior propensas a las inundaciones, o en los vecindarios más calurosos y con escasa vegetación (las islas de calor urbano, por ejemplo), los residentes están mucho más expuestos a estos peligros.
Los resultados de salud son peores para las poblaciones vulnerables
Tal como con la contaminación del aire y del agua y los peligros meteorológicos extremos, los impactos del COVID-19 están distribuidos de una manera desigual entre la población. Las poblaciones vulnerables suelen ser comunidades a marginadas de bajos recursos, pero también las poblaciones de edad avanzada o con condiciones preexistentes, todas ellas tienden a experimentar estos impactos más que la gente blanca que vive en circunstancias parecidas.
En Estados Unidos, en particular, los afroamericanos se están muriendo de COVID-19 a una tasa desproporcionada, y es probable que desconozcamos la carga real de la enfermedad para la gente no blanca, dado que a muchos latinos y afroamericanos no les están aplicando la prueba del virus.
Adicionalmente, estos grupos laboran en muchos de los trabajos esenciales de salario bajo que nos están permitiendo salir adelante durante la pandemia, y eso expone a personas de todo nivel socio-económico al COVID-19. Estos trabajos son realmente esenciales: el personal de aseo y los trabajadores de salud en los hospitales, los trabajadores de mercados, trabajadores agrícolas, etc. Nuestra sociedad no podría funcionar sin las labores de estas personas.
Además, los afroamericanos y latinos son más propensos a tener que enfrentar condiciones de pobreza y condiciones médicas preexistentes, como la diabetes o la obesidad, que pueden ocasionar una tasa de mortalidad más elevada si están infectados con el COVID-19. Con respecto a las hospitalizaciones en EEUU por el COVID-19, se evidencian tres patrones: el índice de hospitalizaciones aumenta cuanto mayor sea el paciente, las hospitalizaciones son más comunes entre la gente mayor de tercera edad y la mayoría de las personas hospitalizadas tenía condiciones preexistentes.
Las comunidades de justicia ambiental (comunidades EJ, por sus siglas en inglés) con múltiples fuentes industriales y tóxicos de contaminación en sus vecindarios, ahora padecen un riesgo mayor debido a la suspensión de los reglamentos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Esto se suma a los actuales peligros cumulativos e históricos que las comunidades EJ tienen que enfrentar, y muchas de estas comunidades también corren un mayor riesgo por el COVID-19.
Además, las personas que ya viven en condiciones de pobreza y con ingresos reducidos o suspendidos debido a la política de distanciamiento social y a la crisis económica, corren el riesgo de ver sus servicios básicos suspendidos, pasar hambre y tener dificultades en casa.
¿Cuál es el porcentaje de casos confirmados de COVID-19 del total de la población?
En la mayoría de los condados de EEUU contiguo, los casos confirmados de COVID-19 representan menos del 1% de la población. Sin embargo, algunas áreas geográficas se destacan. En el Condado Blaine, ID, en el casco urbano y las periferias de Albany, GA, y en Nueva Orleans, LA, el número de casos confirmados representa entre el 1 y el 2 por ciento de la población. En el condado de Nueva York (Manhattan), actualmente el foco de contagio más grande de los EEUU, la tasa está al 6,5 por ciento. Es importante resaltar que estos datos no reflejan la tasa real de infección en una comunidad, dado que, en el momento de escribir esta publicación, las pruebas de COVID-19 no están siendo aplicadas a grandes segmentos de la población.
Este mapa utiliza los datos recogidos por el Center for Systems Science and Engineering de la Universidad de Johns Hopkins donde se observa el número de casos por condado desde el 15 de abril de 2020, y las estimaciones demográficas por condado de la Encuesta sobre las Comunidades Estadounidenses de la Oficina del Censo. El mapa muestra el porcentaje de la población con COVID-19. Tenga en cuenta que las personas cuyas pruebas salieron positivas por el virus más de una vez dentro del mismo condado están contadas dos veces en este cálculo.
¿En dónde coinciden las altas tasas de COVID-19 y las poblaciones altamente vulnerables en EEUU?
Aunque el porcentaje de casos confirmados de COVID-19 sigue siendo bajo con respecto a la población total, se puede ocasionar mayores riesgos para las poblaciones vulnerables si las tasas de infección más altas se encuentran en condados con muchos grupos vulnerables.
En los mapas a continuación, he resaltado en rojo los condados que tienen una combinación de altos porcentajes de poblaciónes vulnerables y altas tasas de COVID-19 y que, además, están contiguos a condados con tasas parecidas.
Las zonas resaltadas en color violeta también tienen altas tasas de poblaciones vulnerables presentes en cada mapa pero bajas tasas de infección de COVID-19, y también están contiguos a condados con tasas parecidas.
Sin duda, existen otros condados en EEUU con altas tasas de poblaciones vulnerables, pero los condados representados en estos mapas muestran la combinación de las variables de enfoque: además de tener altas tasas de poblaciones vulnerables, estos condados están contiguos a otros condados que también tienen altas tasas de poblaciones vulnerables. Estos grupos de condados rojos y violetas se llaman “agrupaciones espaciales” porque están concentrados en un espacio.
Tanto en las zonas rojas como en las violetas en los mapas, las tasas de gente no blanca, de pobreza y de personas sin seguro médico están altas en los siguientes sectores geográficos:
-
- Los condados cerca de la Nación Navajo en la zona nororiente de Arizona y al occidente de Nuevo México;
- Las comunidades sureñas, como las
- Riberas del Río Mississippi,
- De la zona sur de Florida
- De la Costa del Golfo de Tejas y Louisiana, y
- De la zona sur de Maryland;
- Y en las periferias del casco urbano de Nueva York.
En promedio, en los condados dentro de las agrupaciones rojas (es decir los que tienen grandes poblaciones vulnerables y con las tasas de COVID-19 más altas) el 50,3 por ciento de la población es gente no blanca, el 20,5 por ciento vive en condiciones de pobreza y el 18,5 por ciento no tiene seguro médico.
Muchas de las agrupaciones de los mapas cruzan las fronteras entre condados y estados, lo que resalta la necesidad de fomentar un reparto interjurisdiccional de los servicios de salud pública, una estrategia colaborativa descrita por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) que permita que las comunidades aborden los problemas como los del COVID-19 que no se puede resolver fácilmente por una sola entidad o jurisdicción.
La Asociación Nacional de Condados también ha identificado la colaboración interjurisdiccional como algo necesario e importante, y está promoviendo una determinante colaboración intergubernamental para contener la propagación del COVID-19 en las comunidades y proteger la salud humana, la vivienda y los ingresos tributarios, entre otros.
Además, la CDC aconseja que las agencias de salud pública consideren la epidemiología del COVID-19 en las jurisdicciones circundantes como un factor clave a considerar en el desarrollo de estrategias locales de mitigación.
Por las razones enumeradas anteriormente, las tasas aquí presentes no reflejan una verdadera epidemiología del COVID-19 en los condados, sin embargo, se puede argumentar que las agrupaciones señalan donde las altas tasas de COVID-19 se cruzan con el tamaño y las características de las poblaciones vulnerables locales, que es otro conjunto de factores que, según dice la CDC, se deberían tomar en cuenta para el desarrollo de las estrategias de mitigación.
No se deben ignorar los condados con altas tasas de poblaciones vulnerables y bajas tasas de infección de COVID-19 (en violeta), ya que algunos de ellos podrían pasarse a la categoría roja si sus tasas de infección se aumentan, lo que resalta la importancia de tomar medidas de contención para las personas vulnerables en esos condados. (Para mayor información sobre el modelo de la estadística espacial que utilicé para crear estos mapas, ver la descripción de los métodos aquí.)
Las agrupaciones de COVID-19 y el porcentaje de gente no blanca
Las zonas rojas del mapa muestran los condados que tienen una combinación de un porcentaje alto de gente no blanca y altas tasas de COVID-19 y que también están contiguos a condados con tasas igualmente altas. Las zonas en violeta también tienen altas tasas de gente no blanca pero bajas tasas de infección de COVID-19 y además están contiguos con condados con tasas igualmente bajas. En promedio, en este mapa los condados en rojo tienen un porcentaje del 50,3 por ciento de gente no blanca.
Las agrupaciones de COVID-19 y el porcentaje de personas que viven en condiciones de pobreza
Las zonas rojas de este mapa muestran los condados que tienen una combinación de un porcentaje alto de personas que viven en condiciones de pobreza y altas tasas de COVID-19 y que también están contiguos a condados con tasas igualmente altas. Las zonas en violeta también tienen altas tasas de personas que viven en condiciones de pobreza, pero bajas tasas de infección de COVID-19 y además están contiguos a condados con tasas igualmente bajas. En promedio, en este mapa los condados en rojo tienen un porcentaje del 20,5% de personas que viven en condiciones de pobreza.
Las agrupaciones de COVID-19 y el porcentaje de personas sin seguro médico
Las zonas rojas de este mapa muestran los condados donde coinciden un alto porcentaje de personas que no tienen seguro médico y altas tasas de COVID-19 y que también están contiguos con condados con tasas igualmente altas. Las zonas en violeta también tienen altas tasas de personas que no tienen seguro médico pero bajas tasas de infección de COVID-19 y además están contiguos a condados con tasas similarmente bajas. En promedio, en este mapa los condados en rojo un 18,5 por ciento de la población no tiene seguro médico.
Las vulnerabilidades históricas y contemporáneas continúan en la nueva realidad de la pandemia
Las vulnerabilidades que he resaltado aquí han sido construidas a lo largo de la historia de EEUU, por las prácticas racistas y discriminatorias como el redlining (la negación sistemática de servicios básicos por agencias gubernamentales a comunidades marginadas) y la segregación residencial, el acceso reducido a servicios deseables como el alojamiento adecuado, a los servicios ecológicos de reducción de la temperatura, a la educación, a los préstamos hipotecarios y de negocios, y al empleo, por cuestiones de raza.
Aunque muchas de estas prácticas discriminatorias actualmente son ilegales, sus legados han sobrevivido hasta el siglo 21, y su huella es visible en los resultados profundamente injustos y negativos en la salud y la calidad de vida, más que todo en las comunidades étnicas y raciales marginadas de bajos ingresos.
En este momento actual de la pandemia, los impactos del racismo y las desigualdades en la exposición al COVID-19 y los resultados de salud de los infectados, se sienten en las comunidades étnicas y raciales marginadas. Se suma a esto la consecuencia que el distanciamiento social y el teletrabajo son privilegios que muchas minorías étnicas y raciales no pueden acceder. Las actuales medidas para una contención más rápida del virus son muy importantes para los segmentos más vulnerables de la sociedad, estas personas, ya sea que salgan a trabajar o se queden en casa esperando que la comida y otros servicios básicos no se agoten.
Pero incluso antes del COVID-19, las duraderas injusticias sociales y ambientales ampliaron la brecha en las capacidades de las poblaciones vulnerables para resistir y recuperarse de los impactos del cambio climático.
En EEUU, el desmantelamiento de las redes de seguridad social y de salud pública, las crecientes barreras financieras al acceso de atención médica, las cuatro décadas de austeridad prescritas por el modelo neoliberal, una crisis de vivienda asequible y la falta de integración del cambio climático existente y pronosticado a la mitigación de desastres y la planeación de resiliencia han ampliado las duraderas desigualdades socioeconómicas y de salud en las poblaciones étnicas y raciales marginadas que viven en condiciones de pobreza. La nueva realidad de la pandemia amplifica estas vulnerabilidades justo delante de nuestros ojos.
La pandemia continuará un tiempo más pero no perdurará. Eventualmente, el ingenio humano y la ciencia reducirán la amenaza que el COVID-19 representa para nuestras vidas. Esto no es una mera ilusión: ya existe una colaboración internacional a una escala y a un enfoque nunca vista dentro de la comunidad científica para derrotar el nuevo coronavirus.
Aunque es difícil predecir cuáles serán las consecuencias a largo plazo en la salud, si las desigualdades de la historia nos sirven de guía, entonces las comunidades vulnerables sufrirán mucho más las consecuencias económicas y de bienestar. Para los peligros ambientales en general y para el cambio climático y ahora las amenazas del COVID-19 en particular, las soluciones duraderas y verdaderas requerirán el diseño y la implementación equitativa de políticas que aborden las causas fundamentales que han vuelto a algunas personas más vulnerables que otras a tantas amenazas.