Mientras observamos que la mayor parte del país se ve afectada por este vórtice polar, reflexionamos si el cambio climático tiene algo que ver con él y si es más probable que ocurran estos eventos extremos en el futuro. Estamos paralizados ante las imágenes provenientes de Texas, donde el hielo se apoderó de la mayor parte de un estado que no estaba acostumbrado y, ciertamente, no estaba preparado para ello. Escuchamos sobre los cortes de energía, qué los causó (o no) y qué se debe hacer para prepararse para el próximo congelamiento. Sin embargo, cuando pensamos en eso, las perspectivas de las personas que lo están pasando son un componente importante de la historia que hay que contar.
Mi colega Maegan Ramirez es oriunda de El Paso, y tiene mucho que decir sobre la situación en Texas. Supuse que lo oiríamos en su propia voz.
La tormenta de invierno de 2011
En febrero del 2011, El Paso, Texas, enfrentó temperaturas bajo cero y quedó cobijada bajo una capa de nieve de tres pulgadas. Esto ocurrió en el corazón del suroeste de Estados Unidos, donde las temperaturas van de 60 a 70 grados Fahrenheit entre noviembre y marzo. En ese entonces yo vivía en El Paso, y esta semana me he sentido como si la historia se repitiera.
Cuando comenzó la tormenta del 2011, yo esperaba que la nevada fuera como todas las demás que había vivido antes: un día libre de escuela acompañado por los niños del vecindario quienes construían muñecos de nieve sucios y diminutos antes de que las pocas pulgadas de nieve que habíamos recibido se derritieran. Cuando el pronóstico advirtió que veríamos temperaturas frígidas durante una semana, nos alegramos muchos de mis compañeros y yo en El Paso. ¡Varios días de nieve! ¡Por fin un tendríamos un invierno verdadero! Fue una pizca de diversión estacional de la cual rara vez disfrutábamos.
Primero la gente se quedó en casa, pues adentro la temperatura estaba más cálida y era más seguro permanecer ahí. Pero más tarde, las fallas en las líneas eléctricas y de gas nos dejaron en la oscuridad. Las tuberías se congelaron y se impusieron restricciones al consumo del agua. Comimos bocadillos, cargamos nuestros teléfonos por turnos y nos alumbramos con linternas para leer algunos libros, cobijados con múltiples mantas. Para mí, fue un inconveniente más que otra cosa.
Otros no tuvieron tal lujo. Algunas mamás durmieron con sus pequeños en sus coches para protegerlos del frío. Muchos acudieron a refugios. Algunos tuvieron que ser rescatados de sus hogares. Afortunadamente, El Paso Electric (la empresa de electricidad en El Paso), que cuenta con el apoyo de Western Interconnection, aprendió la lección: acondicionaron sus plantas de energía para el invierno en preparación para vórtices polares venideros.
El regreso del vórtice
Mientras escribo estas líneas, la helada que volvió a visitar El Paso esta semana se está descongelando de manera muy distinta al resto de Texas: mientras que miles de habitantes de El Paso sufrieron breves interrupciones en el servicio de electricidad el domingo, millones de tejanos en el resto del estado se aproximan al cuarto día consecutivo sin energía eléctrica. A diferencia de El Paso, la mayor parte del servicio eléctrico de Texas lo opera el sistema del Consejo de Confiabilidad Eléctrica de Texas (ERCOT, por sus siglas en inglés), el cual no está acondicionado para el invierno. Es un sistema que favorece la desregulación y precios bajos a costa de un servicio confiable y la salud y seguridad de sus clientes.
Como pasó en el 2011, hace mucho frío en muchos hogares. Hay que hervir el agua. La gente carga sus teléfonos siempre que puede. Los niños se resguardan del frío con la calefacción de los automóviles. Los aparatos médicos que requieren electricidad han dejado de funcionar. Y en medio de una pandemia, los centros de vacunación de COVID-19 han cerrado. En esta ocasión todo Texas se ve afectado, incluidas las ciudades principales como lo son Dallas, Houston y esa isla azul de leyenda enclavada dentro de un mar rojo, Austin. Debido a los impactos que viven estos centros de población y no solamente las ciudades fronterizas con una población mayoritariamente latina, los desaciertos de ERCOT en materia de política energética han atraído la atención de los medios de comunicación.
El apagón ilumina desigualdades históricas tanto como nuevas mentiras
Las desigualdades en Texas no son nada nuevo, pero este enfoque nuevo y más amplio en las mismas sí lo es. A medida que persisten los apagones y se extiende la cadena de consecuencias letales para la población, el célebre centro urbano de Austin mantuvo las luces encendidas mientras que los residentes de los vecindarios aledaños andaban a tientas en la fría oscuridad. Dallas malgastó su menguante suministro de energía de la misma manera; mientras tanto, 24 tejanos han perdido la vida por exposición al frío, intoxicación con monóxido de carbono o incendios domésticos.
Los tejanos tienen frío, están cansados, asustados y enojados. Pero las empresas de combustibles fósiles y sus aliados no adjudican responsabilidad donde corresponde. En lugar de abordar la disfunción en ERCOT, los problemas con los sistemas de gas natural y la ruin evasión de regulaciones federales por parte de Texas, venden miedo a las energías renovables al compartir imágenes (antiguas) de turbinas eólicas (en Suecia) deshelándose, en lugar de enfocarse en soluciones reales basadas en hechos.
Esto no solamente es descaradamente falso, sino que, al igual que ERCOT, esta postura ignora la realidad en favor de ganancias monetarias a corto plazo: el continuar con una red eléctrica obsoleta y un sistema de gas natural puede que sea lo que depara el futuro a corto plazo, pero ¿cuál es el costo a la salud y bienestar de las personas? Con los cambios climáticos, habrá más eventos climáticos extremos por venir y harán falta fuentes de energía confiables y resilientes para sobrevivir.
Lo que los tejanos, y todas las personas, necesitan es acceso a energía limpia, confiable y continua. Necesitan inversiones bien pensadas para elevar la seguridad y bienestar frente a un planeta que se derrite rápidamente, o, en este caso, se congela.
No necesitan estar preocupados por miedos sin fundamento sobre la energía limpia, repetidos, retuiteados y compartidos por publicistas de la industria de hidrocarburos tanto como por políticos ineptos. Y definitivamente no necesitamos un senador que abandone su estado natal por irse al calor de la playa mientras sus constituyentes añoran desesperadamente poder tener un poquito de calor aunque sea por más de 40 minutos seguidos.
En mis redes sociales, veo amigos y conocidos que expresan su gratitud porque ya no necesitan ciertos aparatos médicos en un momento en que no podrían haberlos usado; les preocupa tener que conducir para recoger los artículos que necesitan desesperadamente; y se preguntan por qué.
Traduccíon del inglés por Juan Declet-Barreto