Estas cinco comunidades se mostraron resilientes ante la Temporada de Peligro del 2022

November 7, 2022 | 8:37 pm
Black Rock Solar/Flickr CC by 2.0
Kristy Dahl
Principal Climate Scientist

Traducción elaborada por Juan Declet-Barreto

Al principio del mes de mayo del corriente, y anticipando olas de calor, incendios forestales, huracanes, inundaciones, y sequías cada vez peores, mis colegas y yo describimos el verano en Estados Unidos como una “Temporada de Peligro”. Indiscutiblemente, el cambio climático cumplió con su promesa de convertir al verano en Temporada de Peligro, e incrementó por mucho los peligros por las habituales olas de calor, huracanes y otros peligros climáticos.

Mientras millones de personas a través de Estados Unidos y el planeta fueron afectadas por fenómenos extremos meteorológicos este año, la Temporada de Peligro también nos ha brindado muy buenos ejemplos de resiliencia climática. Los cinco ejemplos que comparto a continuación son muestra de que ser precavidos, planificar inteligentemente, e invertir adecuadamente pueden ayudar a proteger nuestras comunidades y mermar los riesgos que la Temporada de Peligro traen a las personas y los lugares que valoramos. Aquí les muestro. 

#1 Códigos de construcción fuertes

Cuando el Huracán Ian—de Categoría 4—azotó la costa del Golfo de la Florida al final de septiembre del corriente, destruyó miles de viviendas, dejó sin comunicación a los residentes de las islas barrera cercanas y dejó a miles sin agua potable y electricidad por largos períodos de tiempo. La tormenta azotó por horas al pueblo de Punta Gorda, Florida, con fuertes vientos y mucha lluvia. Las viviendas en Punta Gorda sufrieron extensos daños, en particular las casas móviles que a menudo son la única opción de vivienda asequible para una región en crecimiento.

Pero a algunas viviendas en Punta Gorda les fue mucho mejor: aquellas construidas después del Huracán Charley en 2004. Esto fue así porque el estado de la Florida estableció códigos de construcción estrictos y protectores después de los daños ocasionados por el Huracán Andrew en 1992, y dichos códigos han sido actualizados periódicamente desde entonces. Por esto, después de Charley, las viviendas reconstruidas en Punta Gorda fueron diseñadas para aguantar huracanes.

Dichos códigos requieren la construcción de estructuras que puedan aguantar vientos huracanados y requieren la instalación de tormenteras o vidrios resistentes a golpes en las ventanas. Como resultado, las viviendas más nuevas en Punta Gorda sufrieron daños relativamente leves, parecido a lo que ocurrió en el Panhandle de Florida tras el paso del Huracán Michael en 2018. Todo esto evidencia los beneficios de construir (o reconstruir) con el cambio climático en mente.

En la medida en que los desastres climáticos nos obliguen a recoger los escombros y reconstruir, los códigos de construcción estrictos seguirán cobrando importancia. Pero también es menester fortalecer los programas de asistencia para que los que alquilan su vivienda, los que viven con bajo ingreso tanto como las personas de color—quienes históricamente han llevado la peor parte en la distribución de recursos después de un desastre—puedan estar a salvo y poder afrontar los impactos de huracanes a futuro. Los programas y políticas públicas que existen al momento no conducen esto.

Por ejemplo, la ayuda monetaria que provee FEMA para reconstruir después de un desastre contribuye a incrementar la desigualdad económica. Pero hay buenas noticias: la Casa Blanca le está pidiendo a las agencias federales que apoyen a las gobiernos locales, tribales, territoriales y estatales en la gestión para actualizar y modernizar los códigos de construcción.

#2 Planeación para eventos extremos

Los códigos de construcción como los que protegieron muchas viviendas en Punta Gorda son una parte clave del diseño y construcción de infraestructura que resista eventos meteorológicos extremos. Pero la construcción de la resiliencia climática requiere prestar este tipo de atención también a otros aspectos de la planeación de infraestructura, desde el diseño de vialidad y puentes hasta los materiales que se utilizan en la construcción. La comunidad de Babcock Ranch, Florida, localizada justo al norte de Fort Myers, disfrutó de los beneficios de dicha planeación durante el embate del Huracán Ian en agosto del 2022.

Tras el paso de Ian, sonó mucho en los medios el hecho de que Babcock Ranch no perdió la electricidad provista por los paneles solares que energizan a unas 5,000 personas, mientras que cientos de miles de hogares alrededor sufrieron apagones. Pero esa no es la única razón por la cual los residentes de la comunidad no sufrieron grandes daños. Babcock Ranch abrió en 2018 y fue construida 30 millas tierra adentro de la costa de la Florida, lo cual la pone fuera del alcance de la marejada ciclónica de un huracán. Los estanques de retención en la comunidad fueron diseñados para proteger de inundaciones, mientras que los espacios abiertos, parques, y hasta las calles funcionan como desagües para absorber las aguas. El alumbrado eléctrico está soterrado, de manera que el servicio eléctrico no es tan vulnerable a los vientos huracanados.

Es importante recalcar que Babcock Ranch es una comunidad residencial planificada, y la media de ingresos es relativamente alta– el 70% de los residentes informan tener ingresos por encima de los cien mil dólares. Disfruta de una alta proporción de egresados universitarios, y a juzgar por el perfil demográfico de su escuela primaria, es una comunidad mayoritariamente blanca.

Estas características, y el hecho de que la comunidad haya sido construida en los pasados 15 años, confiere un alto nivel de privilegio e influencia cuando se trata de construir la resiliencia climática. Sin embargo, el hecho de que Babcock Ranch haya salido relativamente ilesa del Huracán Ian nos dice que es posible diseñar comunidades que sean resilientes a los huracanes.

#3 Los centros comunitarios que funcionan como centros de resiliencia

Cuando hace un calor peligroso y no tienes aire acondicionado o no puedes pagar la cuenta de la luz, ¿a dónde vas para refrescarte? O cuando el cielo está lleno de humo y no puedes filtrar al aire en tu hogar, ¿a dónde vas para poder respirar mejor?

Es común ver imágenes de centros de enfriamiento o refugios de emergencia en los que las personas se juntan en espacios en los que hay pocas formas de entretenerse o matar el ocio. En otras palabras, estos centros son espacios seguros, pero no son necesariamente espacios en los que las personas se sienten en confianza o que son bienvenidos. Por eso el caso del conservatorio de artes de Boyle Heights en la parte este de Los Angeles me llamó la atención.

El Boyle Heights Arts Conservatory (BHAC) es una organización sin fines de lucro que ofrece capacitación a la juventud interesada en una carrera artística en los medios de filmografía, fotografía, audio, video, artes digitales, o medios interactivos. Ofrece servicios durante todo el año en una zona de Los Angeles que es 96 por ciento Hispana y donde muchas personas no pueden pagar la cuenta de la electricidad para encender al aire acondicionado. El conservatorio ofrece clases de tejer mantas y los sábados las familias pueden venir con los niños a comer cereal y ver caricaturas en la tele. Es un espacio que la gente conoce y en el cual se sienten seguros.

Recientemente hicieron mejoras a su sistema de aire acondicionado central e instalaron aparatos para monitorear la calidad de aire, y están en proceso de añadir paneles solares y una cisterna de agua de 500 galones. Ahora, aparte de ser un centro comunitario, el BHAC es también un centro de enfriamiento.

Al inicio de septiembre hubo una ola de calor en California, y cuando las temperaturas subieron a los 105°F, el BHAC abrió sus puertas al público. Ya que el BHAC es parte de la comunidad y está habilitado para servir a su comunidad, la gente sabe que pueden llegar al centro con sus familias y estar a salvo y con diversión. En vez de estar en casa sudando la gota gorda o en un caluroso gimnasio escolar, los niños comieron pizza y jugaron juegos como Calabozos y Dragones.

A medida que los extremos climáticos empeoren, este modelo en el que los centros comunitarios fungen como centros de resiliencia se seguirá popularizando.

#4 Comunicación eficiente que motiva a la acción

California sufrió una de las más extensas y severas olas de calor en récord durante septiembre de este año. Durante varios días, muchos californianos como yo recibimos alertas llamadas “Flex Alerts” exhortándonos a reducir el consumo energético entre las 4 AM y las 9 PM ya que esas son las horas en que la demanda energética es más alta y la red eléctrica trabaja más duro. Durante estas horas, muchas personas en el estado encienden sus ventiladores o acondicionadores de aire, lo cual puede causar fallas en el suministro eléctrico y apagones.

Durante la ola de calor, la demanda energética en California alcanzó niveles inéditos. El operador de la red, California Independent System Operator (CAISO), emitió una advertencia de apagones en rotación. La oficina del gobernador del estado intervino, y a eso de las 5:45 PM una alerta a teléfonos celulares fue emitida, pidiédola a las personas que apagaran o redujeran el uso de aparatos no esenciales hasta las 9 PM. La demanda ya había empezado a reducirse, pero tras el alerta, la demanda se redujo rápidamente y diez minutos después de emitirse la alerta, se pudieron evitar apagones.

Lo idóneo sería que la red no dependiera de alertas de emergencia para reducir la demanda a niveles manejables. Si dichas alertas se convirtieran en algo habitual, corremos el riesgo de que las personas las ignoren. Sin embargo, este ejemplo demuestra como las personas pueden responder cuando la red eléctrica se encuentra en apuros.

En California, durante septiembre del corriente vimos el potencial que tiene la respuesta a la demanda (un término acuñado por California para que los consumidores ayuden al estado a manejar la demanda energética). Mi colega Mark Specht me comentó, cuando le mencioné este ejemplo, que “sería genial poder integrar ese tipo de respuesta en programas más formales que le paguen a la gente, que idealmente redujeran la demanda de forma automatizada sin que las personas tuvieran que hacer nada”.

#5 Cuidar unos de otros

Cuando el Huracán Fiona tocó tierra en Puerto Rico en agosto casi exactamente cinco años después del Huracán María, mucha de la infraestructura de la isla se encontraba en recuperación. Los puertorriqueños han sufrido las muchas vicisitudes de la red eléctrica, en especial la terrible gestión de LUMA, el operador privado de la red que asumió la transmisión y distribución energética tras María. Antes del paso de Fiona la red eléctrica se encontraba muy inestable, así que no es sorprendente que un huracán de Categoría 1 dejara sin luz a la isla una vez más.

Mientras que la red eléctrica ha fracasado en los últimos cinco años, las redes de apoyo comunitario se han fortalecido, y esa fortaleza se evidenció tras el paso de Fiona. Las comunidades vulnerables mismas han construido lazos entre ellas a lo largo de los años, y organizaciones comunitarias como Taller Salud y Colectiva Feminista han asistido a miles con comida, electricidad, medicamentos, entretenimiento, y otras necesidades básicas ante el paso del huracán. Muchas de estas organizaciones de base comunitaria han creado sus redes de solidaridad y ayuda mutua para apoyar y elevarse entre sí y brindar apoyo.

Pero quiero recalcar que estas formas de apoyo comunitario han sido construidas por los puertorriqueños ante la falta de atención tanto del gobierno de Puerto Rico como el de Estados Unidos. La isla necesita atención y recursos de manera sostenida para construir resiliencia ante el embate de huracanes cada vez más severo. Como podemos ver, las redes de apoyo y solidaridad comunitaria han sido clave para afrontar los embates climáticos en la escala comunitaria.

Hacia adelante 

En el punto en que nos encontramos, no podemos llegar a la resiliencia climática únicamente con adaptaciones y esfuerzos como los que he mencionado. Hace falta una estrategia nacional de resiliencia climática (National Climate Resilience Strategy en inglés) que vaya de la mano de financiamiento por parte del gobierno federal para crear la resiliencia climática en todo el país.

También necesitamos cortes drásticos en las emisiones de carbono para limitar la magnitud de los cambios a los que nos debemos adaptar. En ese sentido, la Ley para la Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act, IRA, en inglés), adoptada por el congreso en agosto, da un buen empujón: se espera que implementar dicha ley contribuya a reducir las emisiones de carbono por un 40 por ciento por debajo de los niveles de 2005 en 2030, lo cual es un gran avance hacia la meta del gobierno de Biden de reducir emisiones entre 50-52 por ciento para ese año.

La Temporada de Peligro hizo estragos entre la población de Estados Unidos y sus territorios este año, y si el cambio climático continúa su avance, las Temporadas de Peligro a futuro no pintan bien. Los ejemplos que mostré, junto con la ley IRA nos ofrecen esperanza de que encontraremos la manera de cerrar la brecha de resiliencia de manera que la gente no solo sobreviva, sino que también pueda prosperar.