Porqué el sistema alimentario debe ser tema para la campaña presidencial

December 8, 2015 | 12:11 pm
Ricardo Salvador
Former Director, Food & Environment Program

El sistema alimentario estadounidense se destaca mundialmente. Esto no significa, sin embargo, que tal sistema sea perfecto, puesto que contiene muchos rasgos que se deben afinar, y urgentemente. Por ello, la Union of Concerned Scientists expide hoy un corto metraje para ilustrar algunos de los defectos mas graves del sistema alimentario, invitando con esto a que el público se integre a nuestro llamado por que este tema ascienda a la atención del próximo Presidente.

  1. La producción agrícola debe ser saludable. Puesto que el gobierno invierte recursos públicos en diversas actividades, como lo son la investigación y desarrollo de prácticas y tecnologías agrícolas, la educación y difusión para productores agrícolas, y el fomento de mercados, tales inversiones deben beneficiar al bienestar público. De hecho, existe un buen marco para alinear tales acciones con el objetivo citado, y consta de las guías alimentarias oficiales que expiden las secretarías de Agricultura y de Salud.
  2. La manera de producción debe ser segura y perdurable. La ciencia agrícola demuestra que se puede producir de manera abundante y perdurable, regenerando al suelo, el agua y los nutrientes, y sin conllevar efectos ambientales nocivos, como lo es la generación de gases con efecto invernadero. La diseminación de estos conocimientos hacia los productores, conjuntamente apoyándolos para que puedan aplicar los tales, sería lo mas deseable para ellos y para toda la sociedad. Tanto el gobierno como los productores podrían ahorrar gastos, y a partir de ello todos podríamos vivir, trabajar y desplegarnos en un entorno mas limpio y saludable.
  3. El alimento sano es necesidad, no un lujo. Todos necesitamos alimento nutritivo y saludable, y por lo tanto tal alimento debería estar al alcance físico y económico de todos. Dentro de una sociedad libre y democrática, los beneficios de un sistema que existe debido a una gran inversión pública ($100 millones USD anuales) deberían repercutirnos a todos. A su vez, esto depende de dos aspectos:
    1. Quienes producen, cosechan, procesan, nos sirven, y luego recogen después de que nos alimentamos, deben contar con las mismas protecciones y derechos laborales que nos esperamos todos, inclusive las ganancias económicas necesarias para que sus familias puedan disfrutar del fruto literal de sus labores.
    2. De acuerdo a la dinámica del mercado libre, aquel alimento que ocupe la huella ecológica menor, que se produzca con menores insumos, y que sea la menos procesada, debería ser el menos costoso y mas asequible. Nuestras normas políticas deben ser equitativas, tanto para quienes vivimos y contribuimos dentro de este país (incluyendo a los productores de todo nivel), como también globalmente.

¿Y cómo se puede lograr el cambio?

Un valor fundamental estadounidense es que nada jamás está lo suficientemente bien, puesto que todo siempre se puede mejorar. Mientras que el sistema alimentario rinde de manera abundante para quienes contamos con los recursos para pagar, a la misma vez crea un ambiente nocivo, donde las opciones son baratas pero de manera artificial. De tal forma podemos “escoger” de entre muchas hamburguesas grasientas, diversos tipos de pizza grasienta, y cualquier cantidad de refrescos azucarados. Todo esto nos daña y resultamos enfermos a la larga. Ensayado, sufragado e impulsado de esta manera, este sistema explota tanto al ser humano como a la naturaleza. Con toda seguridad, todos añoramos mejorar este percance. No cabe duda que somos capaces, individualmente y colectivamente, de lograr algo mucho mejor. Y los conocimientos de las ciencias agrícolas, nutritivas y de la salud nos respaldan.

En base a las encuestas no partidarias, sabemos que el público estadounidense comprende que existe un sistema alimentario, que tal sistema nos perjudica a la mayoría, que mientras existe mucha oferta de alimento saludable, el tal es demasiado caro para muchos, que las políticas gubernamentales determinan muchas de estas características—e importantemente—que una gran mayoría, representantes todo el espectro político, elegirían a un Presidente quien priorizara la superación del sistema alimentario.

Nuestras normas políticas enlazan a todos estos temas. El Congreso de la Nación emite cada quinquenio lo que más se aproxima a un reglamento agroalimentario nacional, el llamado “Farm Bill,” el cual es responsable del sistema imperfecto con el cual contamos en la actualidad. Para lograr un giro, necesitaremos liderazgo de parte del próximo mandatario nacional, quien deberá inspirar, definir e implementar una manera nueva de obrar, para mayor beneficio de todos, y en concordancia con los conocimientos actuales de la ciencia.

El primero candidato presidencial quien caiga en cuenta de los muchos beneficios que podrá generar el atender el estado del sistema alimentario contará como resultado con gran apoyo electoral.

Es por esto que nos hemos aliado con Food Policy Action y la HEAL Food Alliance para manejar una iniciativa sobre El Alimento Nacional, para urgirles a los candidatos presidenciales que incorporen mejores normas alimentarias en sus plataformas políticas. Únase, en solidaridad con los agricultores, trabajadores agrícolas, negocios de alimento saludable, familias sanas, un entorno sano, y una país próspero que nos enorgullecerá a todos.

De no mejorar primero al sistema alimentario, ningunas de estas cosas serán posibles.

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As the senior scientist and director of the Food and Environment Program at the Union of Concerned Scientists, Ricardo Salvador has over four decades of experience working with citizens, scientists, economists, and politicians to transition our current food system into one that grows healthy foods while employing sustainable and socially equitable practices.